Uniendo las fronteras de Latinoamerica




12 sept 2009

Se caldea el mapa geopolítico de la región

Diarios en Bicicleta

Zarkozy y Medvédev amenazan con poner en tela de juicio la hegemonia regional norteamericana

"Sarkozy fue hasta ahora el único presidente que me dijo textualmente que quiere transferir no sólo la tecnología a Brasil, sino hacer el avión aquí y que Brasil tenga disponibilidad para vender lo producido aquí en toda América Latina".
Con estas palabras el Presidente brasileño Lula Da Silva respaldó el convenio militar recientemente suscripto con Francia, el cual le permitirá a su país posicionarse como una potencia militar emergente en la región sudamericana.
Brasil desde hace tiempo viene luchando para entrar al grupo de “naciones selectas” que definen el futuro de la geopolítica mundial. Gracias a las políticas implementadas por Lula ya ha logrado adquirir un rol protagónico en el G20, pero ahora los cañones de Brasilia apuntan no sólo a tratar de ganarse un lugar en el grupo de los 8 (el cual está conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia), sino también a conseguir una representación el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU).
Sin dudas que el gigante latinoamericano tiene sobrados meritos para aspirar a esa condición de elite.
Posee un amplio territorio, vastos recursos naturales, no sólo el Amazonas, sino que también tenemos que hacer mención de las importantes reservas petroleras encontradas recientemente en su frontera marítima: lo que a la postre seguramente permitirá que Brasilia se convierta en una potencia importadora de crudo.
Para proteger estas riquezas, Lula decidió realizar la mayor inversión militar en toda la historia de Brasil, superior a los 12. 000 millones de dólares. El mandatario brasileño, más allá de que la compra a Francia incluye alrededor de 50 helicópteros Cougar y 36 aviones de combate Rafale, se mostró particularmente interesado en poder desarrollar un submarino a propulsión nuclear, lo que, de acuerdo a dichos del propio Jefe de Estado, sin dudas “permitirá cambiar el peso brasileño dentro del mapa geopolítico mundial”.
Por intermedio de su alianza estratégica con Francia, Brasilia aspira a dar un salto tecnológico y construir su propio complejo industrial-militar, desafiando de esta manera la histórica dependencia que en esa materia tiene la región sudamericana hacia los Estados Unidos.
En este sentido, el Ministro de Defensa Nelson Jobim señaló que “con el submarino nuclear, Brasil ganará poder disuasorio en la plataforma continental. Pero además tendremos un traspaso tecnológico de las empresas francesas a las de Brasil…Habrá varias alianzas con compañías brasileñas de alta tecnología”.
El profesor Eurico de Lima Figueiredo, experto en temas de defensa, la “apropiación de ese conocimiento” permitirá que en cinco o diez años la sociedad tenga que decidir si quiere o no una bomba atómica".
De acuerdo a la opinión del especialista, a pesar que Brasil haya firmado el Tratado de No Proliferación (TNP), la “bomba es un paso natural de nuestra independencia nuclear”.
La decisión política del gobierno de Lula de apostar por el desarrollo de tecnologías militares y nucleares, obedece a su plan estratégico que busca ganar poder y relevancia en el escenario geopolítico mundial. Pero esta iniciativa también busca de alguna manera responder al convenio militar que la Casa Blanca firmó con Colombia, por intermedio del cual los marines se harán del control de siete bases en territorio colombiano.
"Tenemos que proteger el pre-sal y es preciso pensar en grande”, aseguró Jobim. La palabra compuesta 'pre-sal' hace referencia a los reservorios de petróleo descubiertos recientemente a profundidades de 4.000 a 6.000 metros en el litoral atlántico brasileño.
Pero Brasil no es la única nación que siente “amenazada” sus riquezas naturales debido a la presencia de los aviones espías estadounidenses, tal como Lula recientemente hizo con Sarkosy, el presidente Hugo Chávez visitó Rusia- en el marco de una gira que recorrió países de Asia y Europa- y estrecho vínculos con su par Dmitri Medvédev.
Venezuela en los últimos años compro armas a Rusia por concepto de 3.000 millones de dólares. Ahora Caracas, a medida que se estrecha “el cerco de los EEUU” sobre la Revolución Bolivariana, está interesado en comprar carros de combate T-72 y T-90 por un valor próximo a los 340 millones de euros.
El Presidente ruso ratificó su respaldo al proceso de cambio venezolano y reiteró que Rusia continuará suministrando a “Venezuela los tipos de armamento que pide, de acuerdo con el derecho internacional”.
El Kremlin, en estos días, no sólo ha ratificado su apoyo a Chávez, sino que también ha cerrado un acuerdo con Bolivia para así suministrarle armamentos (por concepto de 100 millones de dólares) que permitan modernizar las fuerzas armadas bolivianas, la lucha contra el narcotráfico y la capacidad de respuesta en casos de desastres naturales.
A pesar de que esta iniciativa de La Paz no tiene ningún fin agresivo, nos sirve para llegar a la conclusión de que la instalación de las bases militares en Colombia ha servido para dejar a la luz nuevamente las diferencias y desconfianzas que existen entre los distintos países de América Latina.
La situación actual es delicada, no sólo por el peligro que se desate una carrera armamentística en la región, sino también porque la coyuntura actual amenaza con echar por tierra los logros en materia de integración alcanzados en este último tiempo.

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