Uniendo las fronteras de Latinoamerica




24 nov 2008

Continúan los chispazos entre Brasil y Ecuador

¡Aquellos tiempos felices! A raíz de la crisis diplomática desatada, se profundizan cada vez más las diferencias entre Lula y Correa. Fuente: flickr.com

Se profundiza cada vez más el conflicto diplomático entre Ecuador y Brasil. A tal punto que Brasilia el pasado viernes decidió llamar a consultas a su embajador en Quito, Antonio Marquez, debido a la decisión del gobierno de Rafael Correa de no pagar el crédito por 280 millones de dólares contraído en su momento con el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES).
El gobierno de Rafael Correa, quien actualmente está llevando adelante una auditoria integral de la deuda externa ecuatoriana de las últimas tres décadas, impugnará en los próximos días ante una corte de arbitraje internacional en París el pago del préstamo contraído con el BNDES. El presidente Correa alega que su administración no debe hacerse cargo de esa deuda, ya que el dinero fue entregado íntegramente a la empresa brasileña Odebrecht para la construcción de una represa hidroeléctrica en la región amazónica.
Como se encontraron diversas irregularidades en la edificación de la represa, es más la misma dejó de funcionar sólo un año después de su puesta en funcionamiento, el gobierno ecuatoriano –aduciendo "incumplimiento de contrato”- decidió la expulsión de la constructora Odebrecht.
Esta iniciativa desató una crisis diplomática con el gobierno de Lula Da Silva. A tal punto que este último como forma de protesta decidió suspender una visita a territorio ecuatoriano- para así discutir la posibilidad de cooperar en la construcción de carreteras- del Ministro de Transportes, Alfredo Nascimento.
A pesar de esto, el Presidente Rafael Correa se muestra firme en su posición y ha expresado en más de una ocasión que seguirá defendiendo en todos los ámbitos posibles los intereses de Ecuador.
"Brasil nos retira el embajador, nos duele mucho esa medida, como se lo hemos dicho al presidente Lula da Silva. La respetamos, no la compartimos, pero nosotros no claudicaremos en intereses del país cueste lo que seguir defendiendo los cueste”.
A su vez en relación con la polémica surgida ante la decisión de recurrir al arbitraje internacional para resolver el conflicto por el préstamo del BNDES, el Mandatario manifestó no entender porque” tiene que haber un incidente diplomático por algo que es un problema netamente comercial y financiero (...) No tenemos por qué pelearnos con Brasil, pero si ese es el caso, que la responsabilidad la asuma cada quién".
Para rematar hizo hincapié en que es común que en caso de controversias comerciales se recurra al arbitraje de Paris, no es que “hemos suspendido el pago, ni nada por el estilo”.
No obstante esta aclaración, el gobierno brasileño salió a castigar fuertemente a la medida adoptada por Rafael Correa.
El presidente Lula Da Silva no sólo ordenó el inmediato retiro de su representante diplomático en Ecuador, se trata de la primera vez desde el fin la “guerra de la Triple Alianza” que Brasil llama a consultas a un embajador en un país sudamericano, sino que de acuerdo a dichos del canciller Celso Amorim también se “tomaran otras acciones tendientes a examinar la cooperación con Ecuador”.
Lo que más molestó en los altos estratos de poder del gobierno brasileño fue la forma como Correa hizo público la decisión de concurrir al arbitraje internacional para así resolver el conflicto suscitado a raíz del préstamo del BNDES, en un acto público, televisado, y sin antes haber consultado a Brasilia.
De acuerdo al asesor presidencial en asuntos exteriores, Marco Aurelio García, la posición adoptada por Ecuador abre una crisis “seria” que amenaza con poner en jaque al sistema de préstamos entre los países latinoamericanos.
“Esta decisión de Ecuador puede tener un efecto de demostración para toda la región. Puede comenzar a erosionar la confiabilidad en los contratos…Si hay un falta de respeto al sistema de convenios de créditos recíprocos no es apenas la relación entre Ecuador y Brasil la que será afectada, es el conjunto de convenios recíprocos de crédito de América Latina que de cierta manera quedarán bloqueados”, afirmó García a la cadena televisiva Globonews.
A pesar de la posición tremendista del gobierno de Lula, lo cierto es que el Rafael Correa no ha incurrido en ningún exceso o arbitrariedad manifiesta.
Es indudable que el Presidente ecuatoriano se ha equivocado en la forma de hacer público el anuncio, pero al fin y al cabo lo único “malo” que ha hecho su gobierno “es pedir un arbitraje de acuerdo con el contrato para que sea el árbitro el que decida si el contrato es legal”.
“Si un problema comercial-financiero lo quieren convertir en un incidente diplomático, es responsabilidad exclusiva de Brasil”, afirmó tajantemente Correa.
Como conclusión podemos decir que las políticas soberanas implementadas por ciertos gobernantes latinoamericanos parecen molestar a los intereses brasileños en la región.
Por ejemplo la nacionalización de hidrocarburos llevada adelante por Evo Morales en Bolivia perjudicó notablemente las extraordinarias rentas de la empresa estatal brasileña Petrobras.
Un conglomerado petrolero que supo tener bajo su control buena parte del negocio hidrocarburifero en el Altiplano, gracias a la política entreguista del padre de las privatizaciones bolivianas: Gonzalo Sánchez de Losada.
Luego de momentos de tensión, Petrobras finalmente renegoció los contratos y terminó cediendo el monopolio del negocio gasifero a la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Otro dolor de cabeza para Lula es el histórico reclamo del gobierno paraguayo de Fernando Lugo, que apunta a lograr una modificación del tratado que dio origen a la represa binacional de Itaípu.
Por intermedio de la misma, el “coloso latinoamericano” se garantiza- a un muy módico precio- un importante caudal energético necesario para desarrollar su cada vez más incipiente aparato productivo.
Y para terminar ahora se desató este conflicto con Ecuador. Sería bueno preguntarse si el escenario que acabamos de describir representa un peligro latente para el férreo subimperialismo que Brasil ha llevado adelante en la región, sobre todo sobre los países más “pequeños” de Latinoamérica.
Solo el tiempo nos permitirá saber que va a pasar y como el gobierno de Brasil va a actuar para confrontar la “amenaza” que puede hacer peligrar sus intereses estratégicos en Latinoamérica.

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