12 mar 2009
Derechos postergados de la mujer latinoamericana
"La mujer vive presa en la imagen que la sociedad masculina le impone; por tanto, sólo puede elegir rompiendo consigo misma ... si se atreve a amar, a elegir, si se atreve a ser ella misma, debe romper esa imagen con que el mundo la encarcela".
Octavio Paz
El Día Internacional de la Mujer, proclamado con este carácter por primera vez en 1910 en la Internacional Socialista celebrada en Copenaghe, surge como homenaje al movimiento en defensa de los derechos de la mujer y como ayuda para conseguir el sufragio femenino universal. En la actualidad se celebra mundialmente y, aunque han sido considerables los avances que se han dado a fin de lograr la igualdad de género, todavía queda un extenso camino por recorrer.
El que muchas personas, no sólo hombres sino mujeres, se pregunten por la necesidad de un Día de la Mujer, expresa dos cuestiones no necesariamente contrarias: que las diferencias de género se han reducido en forma notable y que las violaciones a los derechos de la mujer están tan cotidianizadas que logran invisibilizarse.
Entonces, cabe preguntarse ¿cuál es la situación real en cuanto a los derechos de las mujeres en nuestra región?
Para responder este interrogante es necesario entender que la lucha por los derechos de las mujeres incluye numerosos aspectos: el derecho al trabajo, a la educación, a la cultura, al acceso al poder, a una vida sexual y reproductiva plena y sana, a la integridad física, a la soberanía sobre el propio cuerpo y, en definitiva, a gozar de igualdad de condiciones y oportunidades que los hombres.
Según el informe “Estadísticas para la equidad de género: magnitudes y tendencias en América Latina” desarrollado en el marco del programa de trabajo de la Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL en 2007, aunque se ha avanzado en pos de acortar las distancias entre hombres y mujeres, persiste la discriminación.
En dicha investigación se presentan estadísticas que muestran el estado y la evolución de las brechas de género alrededor de los años 2000 y 2005, resaltando aspectos fundamentales como la violencia contra la mujer, los derechos laborales, la salud y el acceso al poder público.
Derecho a la integridad física
En referencia a la violencia en el ámbito doméstico hay que tener en cuenta que, por sus características, es un problema difícil de abordar. Muchas mujeres no realizan denuncias y se resisten a hablar de sus experiencias; por lo que es muy poca la información a la que se tiene acceso.
Según los datos estadísticos disponibles un alto porcentaje de las víctimas son agredidas por sus cónyuges. Asimismo hay cifras reveladoras: en Bolivia el porcentaje de mujeres de 15 a 49 años que sufren o han sufrido violencia física por parte de una pareja es del 52,2%, mientras que en México cerca de un tercio de las mujeres sufre violencia económica.
Tal como afirmó Carlos Felipe Martínez, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la violencia contra las mujeres " es la más frecuente en el mundo. Una de cada tres mujeres son maltratadas a lo largo de la vida y una de cada cinco será violada u objeto de intento de violación". A la vez que precisó que en América, el 50% de las mujeres ha sufrido violencia psicológica, el 30%, violencia física y el 10% violencia sexual.
Derecho al Trabajo
Con respecto al derecho de las mujeres al trabajo, es preciso aclarar que la desigualdad ya no está dada por el acceso al mismo sino por la remuneración. Según el informe de la CEPAL “Las brechas entre las remuneraciones de mujeres y hombres son evidentes. Las mujeres con mayor educación son también las que ganan significativamente menos que los varones en esta misma condición.” Y expresa que las más afectadas son las mujeres que trabajan de manera independiente “cuyo ingreso representa alrededor de un 57% del masculino.”
Cabe señalar que Chile, Costa Rica, México y Honduras tienen las tasas más bajas de participación femenina en la fuerza de trabajo. Asimismo, en estos países un alto porcentaje de jóvenes de 15 a 19 años de edad tiene como principal actividad los quehaceres domésticos no remunerados.
Este último dato abre luz sobre otro aspecto a destacar: que muchas mujeres no sólo trabajan afuera sino dentro del hogar cumpliendo una doble jornada que no se tiene en cuenta, por lo que queda invisibilizada.
Por otra parte, es significativo que las ocupaciones en las que predominan las mujeres son aquellas más precarias desde el punto de vista laboral, con escasa o nula cobertura social.
Finalmente cabe subrayar, que aunque aumentó el porcentaje de jefas de hogar, en general coincide con la ausencia del cónyuge por lo que son hogares muy vulnerables.
Tal como expresa el informe “la pobreza afecta con mayor intensidad a las mujeres. (…) El mayor tiempo destinado por las mujeres a las labores domésticas y de cuidado y la baja participación de los hombres en estas aumentan la carga de trabajo total de las mujeres, limitan sus posibilidades de participar en otras actividades, reducen su capacidad de generar ingresos propios y afectan su bienestar”.
Derecho a la salud y al control del propio cuerpo
En relación al tema de la salud los altos niveles de mortalidad materna evidencian una deficiencia en los servicios sanitarios, sobre todo aquellos relativos al ámbito reproductivo y sexual. De esta manera, el informe expresa que “En particular, el aborto inducido y en condiciones sépticas, sea de manera directa o a raíz de sus complicaciones, es el factor responsable de más de una quinta parte de las muertes maternas que ocurren en América Latina y el Caribe”. Asimismo, según estimaciones para el 2000 en América del Sur se realizaban al año 2.900.000 abortos inseguros; en Centroamérica, esta cifra alcanzaría a 700.000 y en el Caribe sería de cerca de 100.000.
Hay que tener en cuenta también, que en la región todavía hay países que penalizan el aborto, sin reconocer incluso los casos especiales (como el embarazo por violación o incesto, cuando peligra la vida de la madre o cuando el feto presenta malformaciones). Tales son los casos de: República Dominicana, El Salvador, Chile, Nicaragua y Malta.
Derecho al poder de decisión pública
Por último, el informe de la CEPAL remarca que resulta difícil obtener información en relación al acceso de las mujeres a distintos niveles de decisión (pública y privada), porque estos datos no son recolectados por las oficinas de estadística. Sin embargo se percibe un fenómeno generalizado: la escasa representación de las mujeres en las estructuras con poderes de decisión, tanto gubernamentales como en otros organismos públicos de representación.
Un paso a favor de lograr la equidad de género en este sentido fue la adopción de las denominadas “leyes de cuotas” por varios países de la región. Éstas consisten en fijar porcentajes mínimos de representación femenina en puestos de gobierno o partidos políticos y los países que las adptaron son: Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana.
Cabe finalmente, resaltar dos hechos significativos: que el único país que hasta el momento supera o iguala la cuota establecida en un 30% de representación femenina es Argentina, y que, según el informe, el promedio para los países de la región indica que en la actualidad sólo el 16% de los escaños parlamentarios están ocupados por mujeres.
Lo que se viene
En un nuevo Día Internacional de la Mujer, aún son muchos los desafíos a enfrentar a fin de lograr una verdadera igualdad de género. Con la crisis actual se presenta un panorama aún más desalentador: según la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) el número de desempleadas en el mundo podría alcanzar los 22 millones para este año. En este sentido, el Director General de esta organización, Juan Somalia, expresó: “En tiempos de turbulencia económica, las mujeres con frecuencia experimentan las consecuencias negativas con mayor rapidez y se benefician de la recuperación más lentamente. Y ya antes de la crisis la mayoría de las trabajadoras eran parte de la economía informal, con ingresos más bajos y menor protección social”.
Frente a este escenario y considerando los distintos aspectos en los que las mujeres, a pesar de lo avances, aún son discriminadas; es preciso que los países de la región impulsen con mayor ímpetu las campañas para subsanarlos.
Hay algunos esfuerzos en este sentido, los más recientes son: el acuerdo “Agenda por la igualdad” firmado en Colombia para garantizar los derechos laborales femeninos y, en la Argentina, una campaña mediática, que incluye spots de televisión y radio, para concientizar acerca de la violencia contra la mujer.
Sin embargo también hubo retrocesos, como el veto del presidente uruguayo Tabaré Vázquez el año pasado a una nueva Ley de Salud Reproductiva, luego de que organizaciones civiles y parlamentarios trabajasen para su aprobación.
Es evidente que los gestos en pos de mejorar la situación de la mujer en América Latina deben ir acompañados de una fuerte decisión política a fin de que se transformen en cambios que logren poner fin a una tradición patriarcal muy arraigada en la cultura de nuestra región.
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