Una escabadora remueve los escombros producto del ataque insraelí a una de las escuelas de las escuelas de la ONU en la Franja de Gaza. Fuente: Infobae.com
Mientras buena parte del planeta parece estar obnubilado por la asunción del primer presidente negro en la historia de Estados Unidos, Barack Obama, los pobladores de la ciudad de Gaza continúan removiendo escombros y enterrando a sus muertos.
La ofensiva israelí sobre el territorio palestino, controlado por el movimiento islámico Hamas, fue realmente contundente. Luego de 23 días de acciones militares, la operación “Plomo Fundido” dejó un saldo de 1300 palestinos muertos y 5.300 heridos.
Del total de fallecidos a causa del fuego israelí, más de la mitad resultaron ser civiles ajenos al conflicto y a su vez hay que mencionar que a lo largo de las tres semanas también murieron alrededor de 400 niños y adolescentes menores de 16 años, según datos brindados por fuentes medicas palestinas.
Además del excesivo número de “daños colaterales”, otra característica que bien describe lo sucedido en Gaza es la desproporción.
Más allá de que Israel tiene que padecer el lanzamiento casi cotidiano de misiles artesanales por parte de militantes de Hamas, una actitud belicista que merece una total condena por parte de la comunidad internacional, su ejército llevó adelante una operación militar en gran escala contra buena parte de una población indefensa que no tiene nada que ver con el conflicto y que diariamente padece las injustas consecuencias del bloqueo económico emprendido por Tel Aviv sobre la Franja de Gaza.
Ni bien pisaron suelo palestino las tropas israelíes hicieron uso de un fuego indiscriminado, creyendo capaz que de esta manera podrían cumplir más rápidamente el objetivo planteado por los halcones del gobierno de Ehud Olmert: terminar con el movimiento islámico Hamas.
No sólo no lograron este objetivo primario planteado por la operación “Plomo Fundido”, sino que además ahora varios miembros del ejército están bajo la mira de la justicia internacional a raíz de los ataques emprendidos sobre diferentes edificios pertenecientes a organismos de ayuda humanitaria.
Como causa del indiscriminado fuego israelí, al menos cuatro escuelas administradas por las Naciones Unidas terminaron fuerte dañadas. Igual suerte corrió el cuartel general de la agencia de la ONU de ayuda a los refugiados palestinos (UNRWA).
"No puedo describir lo que siento después de ver el lugar de los bombardeos en el complejo de la ONU…Debe haber una investigación a fondo, una explicación completa para asegurarse de que esto nunca vuelva a suceder. Los responsables tendrán que rendir cuentas ante el poder judicial", afirmó tajantemente desde Gaza el secretario general de la ONU Ban Ki-moon.
Mientras recorría las ruinas del edificio de la UNRWA, Ban calificó a los ataques israelíes como “indignantes y totalmente inaceptables”. A su vez el funcionario señaló que Israel utilizó una “fuerza excesiva” para responder a los “totalmente inaceptables” ataques con cohetes lanzados por militantes de Hamas.
De acuerdo a Larry Maybee, experto en cuestiones legales del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), todo ataque en el marco de un conflicto armado contra blancos civiles u organizaciones humanitarias puede ser catalogado como crimen de guerra siempre y cuando se pruebe que hubo intencionalidad.
Si estaríamos hablando de un sólo ataque contra edificios de la ONU quizás podríamos hablar de una situación desafortunada, pero al hablar de cuatro o mas hechos sin duda queda claro que los soldados israelíes tenían carta blanca para disparar, pisoteando de esta manera los emblemas humanitarios o las convenciones de derechos humanos universalmente reconocidas por el derecho internacional.
Desde Tel Aviv han remarcado que se ataco a los edificios de la ONU como respuesta a los disparos efectuados desde ese lugar por milicianos de Hamas.
Esta simple excusa no exime de culpa a las tropas israelíes, ya que según Larry Maybee aunque el objetivo del ataque sea militar, la justicia también debe investigar si el "atacante tomó las precauciones suficientes para minimizar el número de víctimas y daños civiles y si la respuesta fue proporcional a la amenaza recibida".
Sin dudas que la respuesta no fue proporcional, ya que a los disparos de metralla de los militantes de Hamas, Israel directamente respondió con disparos de tanques y con bombas inteligentes que destruyeron por completo los edificios en cuestión.
¿Acaso los soldados de Olmert no sabían que allí se guarecían miles de personas inocentes que nada tenían que ver con la guerra? ¿O que los edificios de la ONU servían como deposito de comestibles y de ayuda humanitaria que cotidianamente era entregada a la población civil de la Franja de Gaza?
A pesar de los "excesos" cometidos, el Premier israelí Ehud Olmert se manifestó "conforme" por los resultados obtenidos por la Operación "Plomo Fundido". Fuente: taringa.net
A todos estos excesos hay que agregarle que el gobierno israelí reconoció haber utilizado en los combates municiones con fósforo blanco, un material altamente incendiario y que explota al entrar en contacto con el aire. No obstante que su uso esta prohibido en zonas densamente pobladas, la Franja de Gaza es una de las ciudades con mayor densidad de población en todo el mundo, el ejército israelí argumenta que empleó esta sustancia sólo para crear “cortinas de humo”.
Los organismos de derechos humanos descreen de la versión oficial de Tel Aviv y argumentan que el fósforo lanzado sobre Gaza se expandió en muchos casos por el suelo y no en el aire, tal como sostienen los jerarcas de las fuerzas armadas israelíes.
En declaraciones brindadas a BBC Mundo, Donatella Rovera -encargada de investigaciones de Amnistía Internacional- señala que aunque es legal el fósforo blanco es un arma que nunca debe ser utilizada cerca de la población civil.
"Aquí se utilizó en escuelas, en hospitales y residencias incluyendo la sede del Organismo de Obras Públicas y Socorro de la ONU (OOPS)", afirmó tajantemente desde la zona de conflicto.
El cúmulo de “irregularidades y atropellos a los derechos humanos” cometidos por el gobierno de Ehud Olmert, ha llevado a que ciertas organizaciones israelitas de defensa de los derechos humanos –“dada la magnitud de los daños a civiles palestinos”- le exijan al Fiscal General del Estado que abra una investigación “independiente” que analice el comportamiento del ejercito durante la ofensiva “Plomo Fundido”.
Esta iniciativa seguramente quedará en la nada, como la intención de ciertas ONG europeas de impulsar un proceso judicial utilizando mecanismos supranacionales.
Es más la Corte Penal Internacional (CPI) un ente que sería ideal para determinar si existieron-o no- crímenes de lesa humanidad durante las tres semanas de bombardeos, ya anunció que no puede aceptar la demanda interpuesta dado que Israel no es miembro, ni esta suscripto a ese tribunal. Únicamente el proceso podría llevarse adelante siempre y cuando el Consejo de Seguridad de La ONU se lo solicitara expresamente a la CPI, pero esta posible iniciativa quedaría rápidamente trunca ya que los Estados Unidos seguramente hará uso de su veto para así no dejar “caer en desgracia” a un histórico aliado como Israel.
Como se ve, todo parece indicar que será muy difícil que la justicia triunfe. Consagrando de esta manera la impunidad para unos y el dolor para otros…
Matías Mongan.
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