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7 nov 2011

Cayó Cano… ¿y ahora?

Con la caída de Cano se avecinan reformas en las FARC. Foto: EFE

Alrededor de las 8:30 de la mañana del viernes pasado, en un operativo del ejército desarrollado en una zona rural de la localidad de Paéz (ubicada en el departamento de Cauca, a unos 350 kilómetros al suroeste de Bogotá), fue dado de baja Alfonso Cano, máximo líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Al momento de su muerte Guillermo León Sáenz, tal como era su verdadero nombre, estaba acompañado con unos 14 insurgentes: cuatro de los cuales murieron, cinco fueron capturados y el resto logró huir de la redada llevada a cabo por las tropas.

Pero, ahora bien, ¿qué representa este “golpe histórico” a las FARC? ¿La muerte de Cano contribuirá a alcanzar una salida negociada al conflicto armado que hace más de cinco décadas azota al país, o sólo contribuirá a que se produzca una mayor degradación de la guerra?

A diferencia de su antecesor, que cada vez que propinaba un golpe importante a la guerrilla anunciaba públicamente que se estaba más cerca del “fin del fin”, el presidente Juan Manuel Santos prefirió brindar un discurso moderado acerca de lo sucedido. “No debemos ser triunfalistas, debemos perseverar, debemos persistir hasta entregarles a los colombianos un país en paz para un futuro mejor", señaló.

No obstante esto se encargó de recordarle a los altos mandos de las FARC que “el crimen no paga” y que mejor se desmovilicen porque sino lo que les espera “es la cárcel o la tumba”.

La guerrilla no tardó en salir a criticar públicamente las palabras del mandatario. En un comunicado difundido por la agencia Anncol, el Secretariado (la estructura decisoria más importante del grupo armado) criticó el hecho de que se quiera construir un proceso de paz en Colombia tomando como punto de partida una desmovilización unilateral. Asimismo, más allá de que lamentaron la muerte de Cano, señalaron que no va a ser la primera vez que tengan que reemplazar un comandante como consecuencia del devenir del conflicto armado.

"Cuando lo colectivo existe, la ausencia de uno de sus miembros no afecta la esencia y la matriz que le da vida, sobre todo cuando las causas objetivas que han generado el conflicto siguen perpetuándose en el tiempo”, remarca la misiva.

Más allá de que ahora la organización seguramente se retrotraerá hacia su interior para definir al sucesor de Cano, tal como lo hizo en septiembre del año pasado cuando el Ejército dio de baja al Mono Jojoy, lo cierto es que ya se barajan dos nombres para reemplazarlo.

El primero es Timoleón Jiménez, alias “Timochenko”, quien es catalogado como uno de los representantes del ala militarista. El mismo ingresó en las FARC en 1982, recibió entrenamiento militar en Europa Oriental durante la Guerra Fría y desde hace años comanda el bloque Magdalena Medio.

Otro de los que se asoma con chances es Luciano Arango Marín, alías “Iván Márquez”, quien fue congresista por la Unión Patriótica durante la década del ‘80 y quien actualmente es el encargado de llevar adelante la vocería política de la guerrilla ante la comunidad internacional.

El futuro del conflicto luego de la caída

Más allá de que varios analistas coinciden en que la debilidad estratégica evidenciada por las FARC en estos últimos años (luego de la muerte de sus principales líderes como Raúl Reyes, Manuel Marulanda, el Mono Jojoy y ahora Alfonso Cano) le permitiría al presidente Santos contar con las herramientas necesarias para lograr que -a través de una vía negociada- la guerrilla declare un cese definitivo de su actividad armada; lo cierto es que ese momento está lejos de cristalizarse en un futuro cercano.

Esta situación obedece a varias razones. En primera instancia porque luego de la muerte de Cano la guerrilla se plegará hacia su interior para llevar adelante una reestructuración que le permita continuar activa. Esto echa por tierra toda posibilidad de acercamiento próximo entre el gobierno y la insurgencia para alcanzar una salida negociada al conflicto. Lo cual sucede justo en momentos en que el Congreso colombiano está estudiando un proyecto de ley a través del cual la Constitución contemple la incorporación, de forma temporal, de mecanismos de justicia transicional que permitan establecer “un marco jurídico” para que los miembros de las FARC dejen las armas. Una iniciativa que el propio Juan Manuel Santos ha respaldado públicamente, argumentando que necesita una “llave para abrir la puerta de la paz en el país”.

Por otra parte, todo parece indicar que con la baja de Alfonso Cano se profundizará la degradación de la guerra que a diario padecen miles de colombianos.

Es que más allá de quién sea el nuevo comandante en jefe de las FARC, y a pesar de la rígida organización militar que ha logrado mantener intacta frente a los embates registrados en los últimos años, lo cierto es que a medida que se va haciendo más marcado el cambio generacional de sus miembros (como consecuencia del accionar del ejército) cada vez resulta más notoria la “desideologización” de los nuevos mandos medios que están tomando el control de la estructura subversiva.

Una muestra de ello es que algunos frentes guerrilleros en estos últimos tiempos han decidido unirse con las bandas criminales emergentes (BACRIM), como por ejemplo Los Rastrojos, para así monopolizar las rutas del narcotráfico en distintas partes del país.

En la medida en que el grado de debilidad en el que se encuentran inmersos actualmente impida estructurar una unidad de mando unificada, lo más seguro es que en el futuro (motivados por la expectativa de conseguir “plata fácil”) se intensifiquen los nexos entre algunos estamentos de las FARC y las denominadas BACRIM. Aumentando de esta manera el riesgo de que, en el marco de la lucha sin cuartel por quedarse con las ganancias producto del narcotráfico, se profundicen los conflictos -en los que prevalecería la “lógica del todo vale”- con otras bandas criminales que operan en el territorio colombiano.

Esta situación será el principal desafío que tendrá por delante quien remplace a Cano, bien ya sea Márquez o Timochenko.

Nota publicada originalmente en el sitio www.americalatinaweb.com.ar



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