Diarios en Bicicleta
“El narcotráfico está desnaturalizando a las democracias políticas, hasta convertirlas en caricaturas de sí mismas”. Le Monde Diplomatique
En este sentido, sin dudas un caso ejemplar fue lo que ocurrió en Colombia, donde el narcotráfico durante décadas logró enquistarse en las propias instituciones del Estado. El país quedó dividido bajo el control de diversos carteles de droga: el cartel de Medellín, el cartel de Cali. A pesar de que la política represiva llevada adelante por los sucesivos gobiernos colombianos durante la década del noventa logró encarcelar y asesinar a diversos “capos”, como por ejemplo Pablo Escobar Gaviria, aún existen importantes hectáreas de cultivos ilícitos en el territorio colombiano.
De acuerdo a un informe dado a conocer por el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), el cual fue elaborado por la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC), reveló que durante el 2008 los cultivos de hoja de coca se redujeron de 99 mil a 81 mil hectáreas, es decir 18% menos, gracias a las erradicaciones manuales y aspersiones aéreas llevadas a cabo por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
El accionar del ejército básicamente apuntó a reducir los índices en tres departamentos que tradicionalmente registraron altos índices de siembra de coca: como son Putumayo, Nariño y Antioquia. Aunque en estas zonas las plantaciones lograron ser reducidas de manera ostensible, los “cultivos ilegales” se vieron incrementados en aquellos lugares donde la campaña de erradicación no se hizo presente de una manera muy contundente. Este es el caso del departamento de Santander, fronterizo con Venezuela, donde los cultivos aumentaron en un 48%.
O sea que los campesinos, que- ante la falta de oportunidades que le brinda el sistema socioeconómico- son los que en su mayoría optan por plantar coca para garantizar su supervivencia, van rotando sus plantaciones para así escapar del alcance del gobierno.
A pesar de los millones de dólares invertidos por EEUU a través del Plan Colombia, el problema del narcotráfico continúa latente en Colombia y todo parece indicar que este flagelo no tendrá solución hasta que los gobernantes finalmente se percaten que para combatir el trafico de estupefacientes es necesario no sólo llevar a cabo políticas represivas, sino también implementar políticas sociales que permitan revertir el grado de exclusión e indefensión -lo que a la postre representa el verdadero caldo de cultivo del narcotráfico- en el que se encuentran miles de colombianos oriundos de la zonas rurales.
Otro país que está padeciendo el fenómeno del narcotráfico y las bandas criminales organizadas es Brasil.
A pesar de los reiterados éxitos alcanzados por la administración del Partido de los Trabajadores (PT), el Palacio de Planalto no ha sabido como controlar la irrupción de bandas narcotraficantes en las principales urbes del país (como por ejemplo San Pablo, Río de Janeiro, etc).
Desde hace años, los analistas advierten que el saturado sistema carcelario brasileño se ha convertido en una verdadera bomba de tiempo: mientras la población reclusa se ha duplicado desde 1994, el número de prisiones apenas ha aumentado.
En una amplia operación en Río de Janeiro en 2004, la policía descubrió en la favela de Morro do Dende una red de túneles y un cuartel subterráneo para los pistoleros de la mayor banda criminal carioca: el Comando Vermelho (CV). Su líder, Fernandinho Beira Mar, fue capturado en Colombia en 2003, cuando negociaba un trueque de drogas por armas con las FARC.
Brasil hoy en día se ha convertido en el segundo consumidor mundial de cocaína, también ha pasado a ocupar – según las estadísticas de la OMS- el tercer lugar en el mundo en relación al número de muertes por causas violentas: después de Colombia y Rusia. Su tasa anual de homicidios es de 40 por 100.000 habitantes y en las grandes urbes de 53 por 100.000.
En gran medida han contribuido a esta situación la irrupción de organizaciones criminales, las cuales en los últimos años han adquirido un poder de fuego sorprendente.
Los brasileños todavía recuerdan los cinco días de continuos ataques contra comisarías y edificios públicos, ocurridos entre el 10 y el 14 de mayo del 2006, en el estado de São Paulo. El asalto, que arrojó un saldo de 272 muertos- incluyendo 91 policías-, fue realizado por una de las mayores bandas criminales del continente: el Primeiro Comando da Capital (PCC), llamado también el “Partido del Crimen”, que hoy en día podría tener una “base social” de medio millón de personas y un “ejército” de alrededor de 140.000 hombres armados.
El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva en más de una ocasión remarcó su firme intención de “limpiar la suciedad que personas inconsecuentes le causan a la imagen de Brasil, pero llevará tiempo resolver la violencia que generan estas bandas de narcotraficantes”.
Se han destinado un sin fin de recursos federales para así fortalecer la lucha “a sangre y fuego” contra el narcotráfico, y a pesar de que el Estado ha logrado recuperar ciertas favelas –como por ejemplo Dona Marta-, el gobierno del PT aún no encuentra un método efectivo para así combatir a las bandas criminales.
Ante la falta de respuestas, a la ex gobernadora de Río de Janeiro, Rosinha Matheus, no se le ocurrió mejor idea que construir un muro de cemento de tres metros de alto para así aislar a las favelas que rodean a la ciudad: Vidigal, Chacara do Ceu, Parque da Cidade, Babilônia y Chapéu Mangueira, Vidigal, Morro dos Cabritos, Cantagalo y Pavão Pavãozinho; Ladeira de Tabajaras y la Rocinha, la mayor villa miseria de América Latina que alberga alrededor de 200 mil habitantes.
El gobierno de Lula pretende cercar a las bandas criminales que operan en las favelas de Rio de Janeiro
De el gobierno estadual aducieron que la medida obedece a la necesidad de “proteger a los espacios verdes de los morros” del crecimiento demográfico descontrolado de los barrios. Aunque en realidad esta iniciativa (que costará alrededor de 40 millones de reales, o sea unos 17 millones de dólares) obedece a la intención de cercar a las bandas narcotraficantes, las cuales de esta manera gozarán de una suerte de “territorio liberado” que quedará totalmente exento del control del gobierno central.
Otro país que hoy en día esta sufriendo el flagelo del narcotráfico es México, un país que está sacudido por la irrupción de los carteles o “familias”, a tal punto que hoy en día el estado azteca no controla el cien por ciento de su territorio ni posee el predominio en el uso de la fuerza: convirtiéndose de esta manera (al igual que Colombia) en un verdadero “estado fallido”.
La irrupción de este fenómeno sin dudas obedece a un sin fin de causas complejas, pero quizás la más importante radica en el “desastre económico” que provocó en las localidades del interior del territorio mexicano la puesta en funcionamiento en el año 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido como TLCAN o NAFTA, integrado por Canadá, EEUU y México).
Más allá de las causas sociales que coadyuvaron a la irrupción del narcotráfico, lo cierto es que las bandas organizadas han logrado adquirir un impactante poder de fuego, asimismo también han logrado infiltrarse y establecer “pactos de connivencia” con ciertos miembros de las Fuerzas Armadas.
En este sentido la ONG Transparencia Internacional realizó un informe en Diciembre del 2009 mediante el cual se concluyó que “México está abatido por la criminalidad en su conjunto debido al elevado grado de infiltración del narcotráfico en las instituciones del Estado y por el hecho de ser uno de los países más sacudidos por escándalos de corrupción”.
Por eso es muy difícil que la guerra a fuego que plantea el Presidente Felipe Calderón pueda llegar a prosperar, ya que- como pasa en Colombia- el problema no se podrá erradicar sólo a través de medidas militaristas, estas (para poder tener efecto) deben estar acompañadas de medidas sociales que reviertan las desigualdades socioeconómicas existentes.
A diferencia de los traficantes colombianos; que siempre se caracterizaron por producir cocaína, la cual luego es exportada a los Estados Unidos; los siete carteles mexicanos -Golfo, Tijuana, Sinaloa, Milenio, Oaxaca, Colima, Juárez- en su mayoría se dedican a la elaboración de drogas sintéticas: como por ejemplo metanfetamina, la cual luego es vendida a los consumidores bajo el nombre de Ice o Cristal.
Haciendo uso de las “bondades” de la globalización, los narcotraficantes mexicanos en estos últimos años han comenzado a importar la efedrina- precursor básico para la elaboración de la metanfetamina- de la Argentina, aprovechando que esta sustancia en nuestro país es de venta libre (con ella los laboratorios, entre otras cosas, producen los medicamentos antigripales) y que cuesta muchísimo menos en comparación a lo que sale en México. Un kilo aquí puede salir 100 dólares, mientras que en la nación azteca la efedrina está prohibida, lo que lleva a que el precio por un kilo de efedrina sea ostensiblemente mayor: alrededor de 10 mil dólares o más.
“No teníamos internalizada la presencia mexicana en Argentina elaborando drogas. Si veníamos observando que había un desvío de efedrina con un flujo importante hacia México. Pero la presencia en la elaboración de meta anfetamina en Argentina, donde no tenemos consumo interno en la presentación Ice o Cristal, la vimos solamente en el procedimiento de Ingeniero Maschwitz. Es una causa que no tiene techo”.
Uribe y Calderón llevan adelante , en sus respectivos países, una "guerra a sangre y fuego" contra los grupos narcotraficantes,em>
Norberto López Carmelo, superintendente de Investigaciones del Tráfico de Drogas ilícitas de la Policía Bonaerense, remarcó que existió “un antes y un después del procedimiento de Ingeniero Maschwitz en la lucha contra el narcotráfico”.
En ese operativo realizado a mediados del 2008, que a la postre determinó la captura en Paraguay del presunto líder narco Jesús Martínez Espinosa, la Policía desbarató una banda que utilizaba un chalet de la localidad de Ingeniero Maschwitz como un "laboratorio" destinado a la elaboración de drogas sintéticas.
Carmelo se sorprende de la cantidad de estupefacientes incautados en ese operativo, ya que “acá no hay siquiera consumo, lo más parecido que se consume aquí es el éxtasis.
La meta anfetamina es un estimulante poderoso y le llamaban antes la “Droga del Amor”, era comercializada como cristales que parecían vidrios. Cada dosis en Estados Unidos, de menos de 1 gramo, vale casi 150 dólares. Para tener una real dimensión del secuestro de Maschwitz debemos decir que en esa ocasión fueron incautados más de 20 kilogramos de droga ya terminada de procesar. Según cálculos de la Policía Bonaerense, en el mercado ese cargamento equivaldría a 35 millones de dólares, todo parece indicar que los destinos de los estupefacientes, de acuerdo de lo que surge de la investigación policial, serían México, Estados Unidos y Canadá.
Aunque en el mercado de la droga la Argentina siempre se ha caracterizado por ser un punto de paso hacia Europa, el operativo de Ingeniero Maschwitz alarmó a los investigadores: ya que arrojó las primeras evidencias de cómo se estarían produciendo drogas sintéticas en la Argentina.
Martinez Espinoza fue detenido en Paraguay en Octubre del 2008
Más allá del flagelo del paco, la comercialización de este tipo de estupefaciente alerta acerca de la posibilidad de que bandas organizadas decidan venir a instalarse en la Argentina en pos de establecer carteles criminales.
Para evitar que esto ocurra y que los narcotraficantes lucren con la miseria de los pueblos latinoamericanos, en vez de invertir miles de millones de dólares en armamento para así combatir a las bandas criminales organizadas, no sería mejor que los gobiernos adopten políticas redistributivas que reviertan las condiciones de desigualdad estructural que a diario padecen millones de personas. Ya que al fin y al cabo la pobreza y la exclusión son los verdaderos caldos de cultivo que contribuyen a la gestación de estas bandas narcotraficantes en distintas partes de nuestro continente.
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